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Enfermedades profesionales: qué son y cómo prevenirlas

Todo desempeño laboral conlleva unos riesgos si no te toman las medidas de protección y prevención adecuadas. Pero, más allá de lo que pueda significar un accidente en el trabajo, hay una serie de efectos que solo se manifiestan a largo plazo y que provocan las reconocidas como enfermedades profesionales.

No se trata de una cuestión menor en la que hay que trabajar. De hecho, en los últimos años han salido a la luz infinidad de casos de personas con graves secuelas o que han fallecido a causa de problemas respiratorios provocados por la inhalación de partículas de amianto durante años. Es, quizá lo más visible, pero solo una punta de iceberg en lo que a enfermedades profesionales se refiere.

De hecho, existe un listado del Ministerio de Trabajo con las enfermedades profesionales reconocidas como tales y que dan derecho a la percepción de una indemnización por las secuelas y los daños provocados y que, con unas adecuadas medidas de protección, se podrían haber evitado. Medidas que recaen en el empleador y que son obligadas por la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.

¿Qué es enfermedad profesional?

Es importante tener en cuenta un matiz esencial: son infinidad las enfermedades y dolencias que pueden tener origen en el entorno de trabajo, pero no todas se pueden considerar como enfermedades profesionales.

Se entiende por enfermedades profesionales aquellas que se derivan de unas condiciones de trabajo inadecuadas y que están tipificadas como tales en un marco legislativo concreto, en el Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre. Además de ello, se deben cumplir dos requisitos: haberse desarrollado en un trabajo por cuenta ajena y estar provocadas por elementos o sustancias también recogidos en la mencionada norma.

Las enfermedades profesionales se agrupan en seis grandes categorías según su causa: agentes químicos, agentes físicos, agentes biológicos, agentes carcinógenos, enfermedades por inhalación de sustancias no incluidas en otros apartados y enfermedades dermatológicas.

El gran problema es que muchas de las enfermedades profesionales se manifiestan a muy largo plazo, además de que su intensidad puede ser variable. Por ello, el proceso de reconocimiento es complejo y puede prolongarse en el tiempo.

Sin embargo, cuando ese reconocimiento se produce, hay una doble consecuencia: indemnización para el trabajador y una investigación de las causas con el objetivo de que la empresa tome las medidas correctoras adecuadas para evitar más daños en la salud de los trabajadores.

La obligación del empresario

Por ley, las empresas están obligadas a tomar las medidas necesarias que garanticen la protección y seguridad de los empleados en sus puestos de trabajo. Es la vía para evitar lo más inmediato, los accidentes laborales, y las consecuencias a largo plazo, las enfermedades profesionales.

Para trabajar en la prevención se debe acudir a la higiene industrial, es decir, a la puesta en marcha de medidas destinadas a evitar los riesgos derivados de la exposición prolongada a cualquier agente que pueda llegar a provocar enfermedades profesionales.

Sin embargo, para poder actuar en la prevención de enfermedades laborales en todos sus frentes es imprescindible recurrir a más técnicas. En este sentido, la aplicación de la ergonomía permite evitar trastornos musculo-esqueléticos muy comunes. Mientras, la psicosociología ayuda a controlar factores de riesgo como el estrés que, si bien no se consideran enfermedades profesionales, sí lo hacen como dolencias relacionadas con el trabajo.

La responsabilidad del empresario es poner los medios necesarios para garantizar la salud laboral de sus empleados. De hecho, en su artículo 14, la Ley de Prevención de Riesgos Laborales dispone que “los trabajadores tienen derecho a una protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo. El citado derecho supone la existencia de un correlativo deber del empresario de protección de los trabajadores frente a los riesgos laborales”.

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